Texto enviado por Javier Steinke estudiante de Psicología, Buenos Aires Argentina
Reflexión sobre el discurso típico de los políticos ARGENTINOS
Las conversaciones de índole política, se encierran en la búsqueda del error en las palabras y han de ser los fallos de los contrincantes el arma para atacar. Aquí se pone en juego la frase “la mejor defensa es un ataque“. La guerra es puramente discursiva, porque los actos, las acciones del pasado no son el fundamento central. Porque el arma es lo que los medios transmiten, la idea colectiva del candidato o político en cuestión, al cual claro, se esta atacando.
Las palabras tienen el peso de lo escrito. No es extraño que los discursos sean escritos. Se deja mucho material para leer entre líneas, y dejan un sentido claro pero siempre metafórico o irónico. El sentido es un mensaje al opositor y un mensaje hasta el momento de haberlo dicho claro y hasta obvio. Pero luego, su difusión por los medios, colorea esos dichos, son interpretados y analizados, si el discurso es demasiado fuerte, si los análisis dejan mal parado al orador, lo que hacen es utilizar la salvaguarda de una metáfora, donde no hay algo explícito. Porque siempre hay algo de lo no dicho y deja algo que no esta claro. Ese “no esta claro“, es la herramienta de las posteriores aclaraciones de los demás ministros.
Lo que se evidencia es el juego de palabras en la lucha de poder. Es el decir con el peso de lo escrito, cuando se enfrentan uno contra uno o frente a periodistas, en el discurso solo usan metáforas e ironías, para protegerse de las posibles repercusiones.
Los medios manejan los recortes, los invitados, pero hay que recordar que hay un seguimiento a sus intereses tanto ideológicos como de rating.
¿Cómo hace el ciudadano para poder distinguir? el secreto esta en pesquisar los detalles sutiles. Solo se puede comprender un único segmento de esa realidad, claro asociado con los intereses particulares. El ciudadano común queda centrado en la escena, de quien gana discursivamente y tiene menos fallos, pero se pierde en los actos reales del candidato, que pueden estar presentes. La dificultad nuevamente cae sobre la falta de justicia, que perjudica la verdad. Porque por mas que un candidato este cuestionado y haya robado o haya tenido participaciones, la ley hace ruido. Pero es una ley a medias, porque nada de lo evidente queda capturado por la ley. La pena se olvida y queda solo en sospecha, y ante el carisma o el poder discursivo pierde fuerza el repudio de muchos.
Texto enviado por Javier Steinke estudiante de Psicología, Buenos Aires Argentina / Agosto 2005
Reflexión sobre el discurso típico de los políticos ARGENTINOS
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